Domingo Simá, el cacique del barrio de San Cristóbal hecho prisionero durante la insurrección de Jacinto Canek
Cuando la noticia de la insurrección de Jacinto Canek en Cisteil llegó a Merida, en noviembre de 1761, una de las primeras acciones de las autoridades coloniales de la provincia de Yucatán fue detener e interrogar a los caciques de los barrios de la ciudad, entre estos, a Domingo Simá, cacique del barrio/pueblo de San Cristóbal. Detener a los caciques era una de las tácticas que los colonizadores españoles habían usado desde los primeros años de la invasión al Mayab para contrarrestar cualquier indicio de insurrección: durante el alzamiento de las provincias orientales de 1546 las huestes hispanas capturaron prontamente a los caciques y principales de los alrededores de la ciudad de Mérida para asegurar su obediencia y subordinación.
También solían confiscar las armas de los mayas de los barrios que eran usadas para la cacería. A mediados del siglo XVIII los barrios de la capital de la provincia se encontraban rodeados no solo de estancias ganaderas sino también de montes del común en donde los mayas de los barrios solían realizar estas actividades. Según informes del mismo Simá posiblemente habían mayas que aprovechaban estas extensiones de cubierta forestal para vivir temporalmente entre esta y realizar además de la cacería sus milpas.
Una vez que los insurrectos que habían sobrevivido a los combates en Cisteil y fueron capturados e interrogados el nombre de Simá figuró entre el de los conspiradores. Francisco Puc, mensajero de Francisco Uex, el cacique de Tahdziú que había participado con un nutrido contingente entre los insurrectos de Cisteil, dio cuenta en su testimonio que el cacique de San Cristóbal se encontraba al tanto de la sublevación y que había asegurado que se trasladaría a Cisteil con sus seguidores. En su interrogatorio Simá negó la acusación y aseguró que la única vez que había acudido al pueblo de Cisteil había sido el año anterior para cobrar tributos, señalando también que los de Cisteil se negaban a pagar los tributos completos. Las autoridades coloniales no pudieron comprobar la participación de Simá en la sublevación por lo que posteriormente fue liberado.
Al momento de la sublevación en 1761, Simá tenía cuarenta años y se encontraba casado con Maria Pech.