Andrés Cocom y la conspiración de Campeche, 1589
Diego de Landa relata que fue uno de los Cocom que sobrevivió al alzamiento que acabó con Mayapán en el siglo XIV, quien se asentó en Tibolón con sus “parientes y vasallos” y allí estableció uno de los cuchcabales más poderosos y prestigiosos de las Tierras Bajas del Norte, el cuchcabal de Sotuta.
Los Cocom se opusieron a las huestes hispanas desde sus primeras incursiones al occidente del Mayab. Aunque Nachi Cocom, el halach uinic de Sotuta, acordó después de combatir varios años pagar tributo a la Corona española, otros miembros del linaje siguieron tramando conspiraciones para recuperar su señorío y expulsar a los colonizadores recién establecidos.
A las autoridades españoles les tomó varias décadas acabar con la antigua estructura política maya centrada sobre todo en la figura del halach uinic. Durante mucho tiempo, estos siguieron gozando de gran prestigio y continuaron encabezando los ritos y ceremonias a las antiguas deidades, lo que era visto con particular hostilidad por el clero y los alcaldes españoles. Por ello, en diferentes etapas, el visitador Diego García de Palacios y fray Diego de Landa lanzaron campañas de persecución contra lo que ellos consideraban “idólatras” e “idolatrías”, campañas que cumplían también con el objetivo de menguar el prestigio de la antigua nobleza maya.
En 1583, durante la visita de Diego García de Palacios a Yucatán, Andrés Cocom, noble originario del pueblo de Sotuta, fue castigado por participar en uno de estos ritos. Enviado como trabajador forzado a las obras de construcción de San Juan de Ulúa, Cocom logró escapar de su destino cuando ya se encontraba a bordo de una fragata que lo llevaría al puerto veracruzano. En 1589, en los alrededores de Campeche, tramó una sublevación; comenzó a anunciar desde un paraje llamado La Desconocida que había visitado al rey de España y que tenía una carta en donde este lo había nombrado rey de la provincia.
Una parte del linaje de los Ek de Tenabo y Tinum comenzó a reunir tributo, consistente en moneda y mercancías, para reconocer el señorío del rey Cocom en tanto se decía que se habían comenzado a reunir armas que eran cuidadosamente guardadas en cuevas. Otros pueblos como Hocabá, Homún y Umán ya se encontraban enterados de la conspiración que se tramaba. No obstante, la noticia llegó pronto a oídos de Jorge Canul, alcalde de Tenabo y quién provenía de una familia que para conservar sus privilegios había colaborado con los colonizadores. Su padre Juan Canul había sido uno de los primeros caciques de la región en entregarle tributo a Francisco de Montejo, por lo que había sido nombrado gobernador de Tenabo, cargo que heredó don Jorge. A través de otro de los principales de apellido Ek, se enteró de los preparativos de la sublevación por lo que procedió a interrogar a los implicados en la conspiración. Una vez que pudo reunir información suficiente acudió con el alcalde mayor de Campeche , Francisco Sánchez y Cerdán, famoso por su actividad como “reductor” de “mayas gentiles” en los alrededores de los ranchos y pueblos cercanos a Champotón. Durante la revisión de dos casas en Tenabo encontraron cacao y cera, productos todos que iban destinados al rey Cocom. Rápidamente las autoridades coloniales dieron con él, desbaratando la conspiración; posteriormente fue ahorcado para dar un ejemplo a todos los demás que quisieran sublevarse.
A pesar de su muerte, la memoria de la conspiración de Andrés Cocom encontró eco en una de las profecías del Chilam Balam de Chumayel y continuó alimentando por mucho tiempo el advenimiento de un mundo más justo para los mayas.
REFERENCIAS
- Bracamonte y Sosa, Pedro. La conquista inconclusa de Yucatán: los mayas de las montañas, 1560-1680. Mérida, Yucatán: CIESAS, 2001.
- Gunsenheimer, Antje. «La historia de Don Andrés Cocom en los Libros del Chilam Balam». INDIANA 17 (1 de enero de 2001): 269-88.
- Landa, Diego de. Relación de las cosas de Yucatán. México, D.F.: Biblioteca Porrúa, 1986.
Excelente información.
Tengo que estar aquí ahora.,
En esta ciudad donde la guerra…
La fuerza se agotó casi toda,
La que el Señor me ha dado.
Tengo que salvar a los niños.,
De las minas y misiles nazis,
Para que puedan seguir creciendo,
Donde no hay mal.
Me da miedo estar a la vista del enemigo,
Recuerdo a mi familia…
Y regañarme que es débil,
Y se vuelve más difícil para mí.
Pero en el pecho presionando la Cruz,
A sus espaldas sintió un golpe,
Porque siempre hay esperanza,
Y el Señor dará fuerzas.
Mi objetivo está cerca.,
Bueno, deja que sea débil ahora,
Rezo diciéndome: ¡cree!
Y la hora victoriosa vendrá
Proteger al país-proteger a nuestros hijos-nuestro futuro